Berlín en Fin de Año

Pocas ciudades en el viejo continente se me ocurren como Berlín en Fin de Año para celebrarlo de la forma más salvaje. Y que conste que el apelativo salvaje es en el buen sentido de la palabra.

Parece que los berlineses, serios y ocupados por naturaleza, pierden la compostura al llegar el fin del año y lo demuestran con unos días de fiesta por todo lo alto donde las luces, música, fuegos artificiales y bebidas calientes de todo tipo, se ponen al servicio de la población residente y de los alegres visitantes que acuden a contagiarse de este espíritu navideño.

Aunque Berlín es una ciudad que se puede visitar en cualquier fecha, lo cierto es que Navidad y Fin de Año es una época que personalmente recomiendo, ya que, siendo una ciudad de una densidad museística e histórica muy alta, los mercadillos navideños y las actuaciones de estas fiestas sirven de contrapunto y merecido descanso mental.

Mi mujer y yo (miembros fundadores de Viajes Heródoto), decidimos visitar Berlín un Fin de Año y la experiencia fue buenísima, tanto que tenemos ganas de repetir. Así fue nuestro viaje:

Día 1: 29 de diciembre

Embarcamos en avión desde Málaga, en vuelo directo en compañía de bajo coste y sólo 3 horas y media después estábamos en el aeropuerto de Brandeburgo. Desde allí para llegar al centro de Berlín hay varias opciones, pero si tu vuelo llega a una hora prudente, recomendamos coger el tren. Es fiable, cómodo, barato y la diferencia de tiempo es de 10 ó 15 minutos respecto a un taxi.

Además de que la estación de llegada Ostbanhoff es una puerta de entrada fantástica para lo que te espera, en nuestro caso la estación estaba llena de gente que terminaba su jornada laboral, con decoración navideña y lo mejor de todo… montones de tiendas con pastelitos y bebidas calientes.

Después de hacer lo propio y hacernos con un pretzel para el camino, cogimos el metro hasta las proximidades de nuestro hotel. El transporte público en Berlín es tal y como esperamos de Alemania: fiable, puntual y eficiente. Hay suficientes estaciones para no necesitar dar largas caminatas, el horario es amplio y no tiene apenas retrasos, el único “pero” es que, si abusas de ir bajo tierra, te perderás todo lo que hay en la superficie.

Nuestro hotel estaba situado en la parte norte de la ciudad, próximo a la estación de Leopoldplatz, un barrio de trabajadores e inmigrantes típico de las afueras de la ciudad. Había una iglesia protestante próxima y un parquecito precioso de camino hacia el propio hotel, así que la llegada hasta él fue un paseo muy agradable al atardecer.

Berlín en Fin de Año (1)

(La iglesia en cuestión, de noche tenía luces de colores)

Después de hacer el check in mitad en inglés, mitad en alemán (gracias a dios que venía mi mujer), fuimos a ver las instalaciones y la habitación. El Steps Hotel resultó ser un agradable edificio de los años 70 con unas instalaciones más que correctas, con un patio interior en el que servían comida y bebida, un comedor para los desayunos y una nevera en recepción para poder comprar cerveza si te apetecía. Las habitaciones eran antiguas pero limpias y amplias, así que fue todo un acierto.

Como teníamos hambre y no era tarde para nosotros, pero si para cenar en un restaurante de la zona (a las 8 ya es difícil sentarte en ningún lado), nos acercamos a AleksanderPlatz, la zona centro de la ciudad a ver los mercadillos de navidad y ver si podíamos picar algo. Dado que nada más salir del metro nos empezó a llover, la visita fue exprés; un par de currywurst, un gofre y una cerveza fue lo que cenamos de vuelta al hotel, la visita a los mercadillos quedaría para otro momento.

Berlín en Fin de Año (2)

(Gofre de postre, Berlín promete)

Día 2: 30 de diciembre

Como teníamos mucho que ver y poco tiempo, decidimos empezar por el típico free tour. La verdad es que soy poco amante de este tipo de tours, me gusta más ir guía en mano a mi ritmo y sin prisas, sobre todo porque soy de los que entra en todos los lugares que tienen la puerta abierta y me embobo con pequeños detalles, y cuando vas en un free tour hay que seguir el horario. Aun así, hay que decir que para unas pinceladas rápidas son efectivos, te permiten hacerte un mapa mental de cómo es la ciudad y apuntarte los lugares de interés a los que ir después.

Nuestra guía fue muy amable y competente, la visita duró cerca de 4 horas y pasamos por los principales puntos de interés con una serie de explicaciones muy correctas. Por poner un pero, remarcaría que la parte soviética no se visita, lo que logísticamente es normal pero deja un poco coja la visita.

Después de parar a comer nos encontramos con un dilema, teníamos claro que no podríamos visitar todos los museos y edificios que teníamos a nuestra disposición con el tiempo de viaje que teníamos, así que tendríamos que sacrificar algunos de ellos o bien aprovechar la tarde para ver alguno. Al final decidimos que no valía la pena ver los museos deprisa y corriendo y que en otra visita más cultural podríamos visitarlos todos.

Así que la tarde fue entera para perdernos por la zona central, ver mercadillos de navidad y disfrutar. AleksanderPlatz es el mercadillo más turístico de todos, aunque no por ello poco recomendable, pues es grande, espacioso y se encuentra en la estación central de metro.

Pero el mercadillo de Charlottenbourg o el del barrio ortodoxo son mas entrañables y auténticos, o el que montan justo en la orilla del Spree con delicias gastronómicas…. Las opciones son muchas y variadas, pero en todos los lugares coincide la música navideña, la comida y la bebida caliente.

Berlín en Fin de Año (3)

(Señoras típicas en un mercadillo de Navidad)

Día 3: 31 de diciembre

Y llego el día grande.

En nuestra cabeza todo sonaba fantástico: madrugábamos para ir a la isla de los museos temprano, visitar el museo de Pérgamo, el Neues Museum de Egipto y el Altes Museum de arte griego y romano. De ahí a comer, siesta en la habitación y por la noche a Tiergarden a celebrar el fin de año hasta que el cuerpo aguante. Que ilusos fuimos….

Conseguimos estar en la calle a las 8 de la mañana con el desayuno en el cuerpo, a las 8:30 estábamos ya en la isla de los museos, nosotros y otros cuantos cientos de personas que también habían decidido pasar la mañana de fin de año culturizándose. Aun así, éramos optimistas, la cola avanzaba rápido y estábamos de vacaciones. Mientras mi mujer esperaba en la cola yo me acerqué para ver la entrada combinada a los tres museos, pero por desgracia para nosotros el museo de Pérgamo estaba en plenas reformas y las principales obras no eran visitables, mi gozo en un pozo, nos quedaríamos sin ver la puerta de Ishtar y el altar que da nombre al museo. Pero nos repusimos pronto de la decepción, decidimos ver el Neues Museum y el Altes Museum más a fondo y aprovechar el resto de la mañana visitando otros lugares emblemáticos. Los museos no decepcionaron, eso sí, nos llevó toda la mañana ver ambos.

El Neues Museum acoge una colección impresionante de arte egipcio incluyendo el famoso busto de Nefertiti, también expone piezas muy interesantes de los pueblos bárbaros del Rin y algunos hallazgos de la región de Troya.

Busto de Nefertiti

(Este busto en cuestión, no… no es Cleopatra)

El Altes Museum por su parte, además de ser en si mismo una obra de arte neoclásico, está dedicado en exclusiva al arte griego y romano. Recomendamos encarecidamente entrar a verlos. Eso sí, si vais a visitar museos, guardad todo un día para ello, o divididlo en dos medios días, menos tiempo no será suficiente.

Continuando con nuestras peripecias, al salir de los museos ya era la hora de comer e íbamos tarde con nuestro organigrama, así que decidimos pasarnos por la puerta de Branderburgo y echar un ojo a lo que estaban montando en Tiergarden para la noche. Había varios controles que pasar, con presencia policial y cacheos, lo que me pareció bien por seguridad, pero te obligaba a hacer una cola bastante lenta. Sin embargo, al entrar al recinto tuvimos una agradable sorpresa, los puestos de comida y bebida ya estaban montados y los artistas estaban ensayando sobre el escenario. La gran Bonnie Tyler nos dio la bienvenida cantando estrofas de sus principales temazos mientras nos comíamos una hamburguesa y probábamos el ponche caliente berlinés.

Berlín en Fin de Año (5)

(Panorámica corta de la avenida principal, aun no estábamos cansados…)

Viendo el increíble tamaño del parque, valorando los controles de acceso y las colas que se iban a formar a medida que se acercase la noche y confiando de más en nuestras fuerzas, decidimos quedarnos en el lugar hasta las campanadas. La verdad es que la tarde se nos pasó rápidamente, entre el alcohol y la comida, la buena música de fondo, las múltiples tiendas y los monumentos que hay en Tiegarden, cuando nos dimos cuenta eran las 9 y empezaba oficialmente la celebración de nochevieja.

Pero a las 10 empezó a llover y a las 11 ninguno de los dos podíamos más con nuestro cuerpo, así que nos fuimos hacia el hotel para poder disfrutar de los fuegos artificiales desde nuestra habitación. La realidad fue que sin saber muy bien cómo, a las 00:30 abrimos los ojos para apagar la luz y seguir durmiendo, estábamos rendidos. Lástima, porque los fuegos artificiales en Berlín hacen sombra a cualquier otra celebración en el mundo al parecer, todo el mundo compra grandes cantidades de cohetes y las lanza al aire desde cualquier sitio, lo que convierte la ciudad entera en un gran artificio.

Día 4: 1 de enero

La ventaja de no haber trasnochado es que el día 1 lo pudimos aprovechar. A pesar de ser festivo, lo cierto es que la mayoría de sitios estaban abiertos y a partir del mediodía la gente salía a la calle a hacer vida.

Berlín en Fin de Año (5)

(Y se celebra la maratón de Berlín, para gente sin resaca suponemos)

Por la mañana fuimos salteando los restos de fuegos artificiales que había por el suelo de la ciudad y casualmente vimos una publicidad en la que anunciaban excursiones a los búnkeres de la guerra. Nos apuntamos y sobre las 11 entramos a través de una parada de metro al entramado nazi para proteger a la población de los bombardeos aliados. Impresiona muchísimo ver todo lo que se construyó debajo de la ciudad, el esfuerzo y la calidad de los búnkeres que si bien no eran todo lo eficaces que se pretendían, siguen estando como el primer día. Además de los propios búnkeres se hace un recorrido por la vida de la población civil en tiempo de la guerra, con curiosidades como el sistema de envío de paquetes por tubos de vacío o una colección de medallas a las mujeres del Reich. Si no tienes claustrofobia, lo recomendamos.

Al salir buscamos un lugar donde comer algo, yo había leído que aún se mantenían algunos lugares de la época soviética que conservaban el local tal y como estaba hace 30 años. Encontramos uno de estos y tomamos un brunch al estilo ruso, suficiente para darnos energía y aguantar hasta la noche.

Brunch ligerito

(Lo que entiende los rusos por un Brunch ligerito…)

La tarde la pasamos visitando el monumento a los judíos, paseando por Unter der Linden y recorriendo el perímetro del muro desde el Check point Charlie hasta nuestro hotel. Es difícil creer el perímetro del muro, la continuidad de éste y la cicatriz que ha dejado en la ciudad. Montones de carteles, cementerios pegados a lo que fue la frontera, pequeños museos dedicados a la propia estructura y la historia de los barrios circundantes, con un simple paseo por los lugares adecuados verás el impacto de la Guerra Fría no sólo en la ciudad, en el mundo entero.

Aquí estaba el Muro

(La línea de adoquines es por donde pasaba el muro, el parque era una antigua zona minada)

Día 5: 2 de enero

Nuestro regreso era temprano, así que pedimos un Uber desde la puerta del hotel al aeropuerto, tardó unos 40 minutos en dejarnos en nuestro destino y nos costó alrededor de 30 euros. Una vez en el aeropuerto, y con toda la pena del mundo, nos despedimos de la ciudad. Sin duda alguna volveremos.

Berlín en Fin de Año

Si te ha gustado nuestra experiencia, en Viajes Heródoto tenemos ofertas para visitar Berlín este diciembre. Si te apetece, ponte en contacto con nosotros en el 611 550 127 o en contacto@viajesherodoto.com.

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